El santo padre, Juan pablo II, regalo a la iglesia una encíclica, fechada el 17 de abril, jueves santo, con el título “ecclesia de eucharistia”, en la que expone de manera muy clara y profunda la relación de la sagrada eucaristía con la iglesia: “la iglesia vive de la eucaristía”; en el santísimo sacramento encuentra su tesoro más precioso y el alimento que sostiene su peregrinar por la historia.
el último capítulo de esta encíclica está dedicado a la santísima virgen: “en la escuela de maría, mujer eucarística”. Guiados por santa maría hemos de redescubrir, para valorarla más, la presencia de Cristo en el santísimo sacramento para que así podamos aprender a estar. Porque ser cristiano no consiste, ante todo, en hacer muchas cosas. Ser cristiano consiste, básicamente en estar; en saber estar.
¿Cómo es el estar de Jesús en la santa misa y en el sagrario? la presencia del señor en la eucaristía es una presencia que causa la alegría y la esperanza confiada, porque él está con nosotros, todos los días, hasta el fin del mundo.
Es una presencia iluminante que nos abre los ojos de la fe. Una presencia salvadora, que se convierte en alimento para el camino de la vida. Una presencia real y sustancial, que impulsa a transformar el mundo. una presencia de amistad, que pide nuestra compañía, para poder así “palpar el amor infinito de su corazón”.
La santísima virgen maría ha reproducido en su vida este estilo que define el estar de Cristo en la eucaristía. La virgen está y sabe estar. María está en Nazaret, ofreciendo en la obediencia de la fe su seno virginal para que se realizase la encarnación del hijo de dios. Está en casa de santa Isabel, llevando en su seno a Jesucristo, convertida en el primer sagrario de la historia. Está en cana de galilea, para decirnos: “haced lo que él os diga”. Está junto a la cruz, uniéndose con su entrega a la total entrega de su hijo. Está presente como madre en todas las celebraciones eucarísticas, como lo estuvo en la primera comunidad reunida después de la ascensión en espera de pentecostés (hechos 1, 14).
el suyo es un modo de estar propio de quien espiritualmente ha asimilado mejor que nadie el estar de Cristo en la eucaristía. la presencia de maría es como un reflejo de la presencia del señor: una presencia alegre, alentadora, iluminante, salvadora, efectiva y generosa.
Debemos aprender de maría este saber estar para así transparentar en nuestras vidas las actitudes que derivan de la eucaristía: la gratitud, la donación de sí mismo, la caridad y el deseo de contemplación y adoración a Cristo.
María es mujer eucarística con toda su vida. cuando en la visitación,
lleva en su seno el verbo hecho carne, se convierte de algún modo en tabernáculo, el primer tabernáculo (sagrario) de la historia, donde el hijo de dios, todavía invisible a los ojos de los hombres, se ofrece a la adoración de Isabel, como irradiando su luz a través de los ojos y la voz de maría. y la mirada embelesada de maría, al contemplar el rostro de Cristo recién nacido y al estrecharlo en sus brazos, ¿no es acaso el inigualable modelo de amor en el que ha de inspirarse cada comunión eucarística?
Dice san Efrén: maría nos da la eucaristía en oposición al alimento que nos da Eva. María es, además, el sagrario donde ha habitado el verbo que se ha hecho carne, símbolo de la morada del verbo en la eucaristía. El mismo cuerpo de Jesús, nacido de maría, es nacido para hacerse eucaristía.
recibir la eucaristía debía significar para maría, como si acogiera de nuevo en su seno el corazón que había latido al unísono con el suyo y revivir lo que había experimentado en primera persona al pie de la cruz… así como la iglesia y la eucaristía son un binomio inseparable, lo mismo se puede decir del binomio maría y eucaristía. Por eso, el recuerdo de maría en la celebración eucarística es unánime desde la antigüedad, en las iglesias de oriente y occidente.
María está presente cada domingo en la iglesia. ¿Cómo podría ella, que es la madre del señor y madre de la iglesia, no estar presente por un título especial, el día que es a la vez día del señor y día de la iglesia?... de domingo en domingo, el pueblo peregrino sigue las huellas de maría y su intercesión materna hace particularmente
intensa y eficaz la oración que la iglesia eleva a la santísima trinidad.
Ciertamente, maría, como madre de todos nosotros, no puede estar ausente de sus hijos en el momento más importante en que están reunidos para celebrar la eucaristía y unirse a Jesús en la comunión, porque, junto a Jesús, siempre está maría.
María y Jesús son inseparables. Hace dos mil años, maría vivía para Jesús, para servirlo y hacerlo feliz. y ahora está para servirnos y hacernos felices a nosotros, llevándonos a su hijo Jesús. María es el camino hacia Jesús, es la estrella que nos lleva a belén. La
estrella que nos guía a la eucaristía, donde Jesús siempre nos espera. Y en el sagrario, como en la cueva de belén, junto a Jesús, siempre está maría, realmente presente.
si queremos hablar con Jesús en persona, vayamos a la eucaristía; si queremos hablar con maría personalmente, vayamos a la eucaristía. En la eucaristía nos encontraremos siempre con Jesús y maría. Centrando nuestra vida en Jesús eucaristía, imitaremos a maría, pues la eucaristía se nos ha dado para que nuestra vida sea como
la de maría, toda ella un magníficat. María guía a los fieles a la eucaristía, ella es madre de Cristo y, podemos decir, que es también madre de la eucaristía, por ser la madre de Jesús eucaristía.
el último capítulo de esta encíclica está dedicado a la santísima virgen: “en la escuela de maría, mujer eucarística”. Guiados por santa maría hemos de redescubrir, para valorarla más, la presencia de Cristo en el santísimo sacramento para que así podamos aprender a estar. Porque ser cristiano no consiste, ante todo, en hacer muchas cosas. Ser cristiano consiste, básicamente en estar; en saber estar.
¿Cómo es el estar de Jesús en la santa misa y en el sagrario? la presencia del señor en la eucaristía es una presencia que causa la alegría y la esperanza confiada, porque él está con nosotros, todos los días, hasta el fin del mundo.
Es una presencia iluminante que nos abre los ojos de la fe. Una presencia salvadora, que se convierte en alimento para el camino de la vida. Una presencia real y sustancial, que impulsa a transformar el mundo. una presencia de amistad, que pide nuestra compañía, para poder así “palpar el amor infinito de su corazón”.
La santísima virgen maría ha reproducido en su vida este estilo que define el estar de Cristo en la eucaristía. La virgen está y sabe estar. María está en Nazaret, ofreciendo en la obediencia de la fe su seno virginal para que se realizase la encarnación del hijo de dios. Está en casa de santa Isabel, llevando en su seno a Jesucristo, convertida en el primer sagrario de la historia. Está en cana de galilea, para decirnos: “haced lo que él os diga”. Está junto a la cruz, uniéndose con su entrega a la total entrega de su hijo. Está presente como madre en todas las celebraciones eucarísticas, como lo estuvo en la primera comunidad reunida después de la ascensión en espera de pentecostés (hechos 1, 14).
el suyo es un modo de estar propio de quien espiritualmente ha asimilado mejor que nadie el estar de Cristo en la eucaristía. la presencia de maría es como un reflejo de la presencia del señor: una presencia alegre, alentadora, iluminante, salvadora, efectiva y generosa.
Debemos aprender de maría este saber estar para así transparentar en nuestras vidas las actitudes que derivan de la eucaristía: la gratitud, la donación de sí mismo, la caridad y el deseo de contemplación y adoración a Cristo.
María es mujer eucarística con toda su vida. cuando en la visitación,
lleva en su seno el verbo hecho carne, se convierte de algún modo en tabernáculo, el primer tabernáculo (sagrario) de la historia, donde el hijo de dios, todavía invisible a los ojos de los hombres, se ofrece a la adoración de Isabel, como irradiando su luz a través de los ojos y la voz de maría. y la mirada embelesada de maría, al contemplar el rostro de Cristo recién nacido y al estrecharlo en sus brazos, ¿no es acaso el inigualable modelo de amor en el que ha de inspirarse cada comunión eucarística?
Dice san Efrén: maría nos da la eucaristía en oposición al alimento que nos da Eva. María es, además, el sagrario donde ha habitado el verbo que se ha hecho carne, símbolo de la morada del verbo en la eucaristía. El mismo cuerpo de Jesús, nacido de maría, es nacido para hacerse eucaristía.
recibir la eucaristía debía significar para maría, como si acogiera de nuevo en su seno el corazón que había latido al unísono con el suyo y revivir lo que había experimentado en primera persona al pie de la cruz… así como la iglesia y la eucaristía son un binomio inseparable, lo mismo se puede decir del binomio maría y eucaristía. Por eso, el recuerdo de maría en la celebración eucarística es unánime desde la antigüedad, en las iglesias de oriente y occidente.
María está presente cada domingo en la iglesia. ¿Cómo podría ella, que es la madre del señor y madre de la iglesia, no estar presente por un título especial, el día que es a la vez día del señor y día de la iglesia?... de domingo en domingo, el pueblo peregrino sigue las huellas de maría y su intercesión materna hace particularmente
intensa y eficaz la oración que la iglesia eleva a la santísima trinidad.
Ciertamente, maría, como madre de todos nosotros, no puede estar ausente de sus hijos en el momento más importante en que están reunidos para celebrar la eucaristía y unirse a Jesús en la comunión, porque, junto a Jesús, siempre está maría.
María y Jesús son inseparables. Hace dos mil años, maría vivía para Jesús, para servirlo y hacerlo feliz. y ahora está para servirnos y hacernos felices a nosotros, llevándonos a su hijo Jesús. María es el camino hacia Jesús, es la estrella que nos lleva a belén. La
estrella que nos guía a la eucaristía, donde Jesús siempre nos espera. Y en el sagrario, como en la cueva de belén, junto a Jesús, siempre está maría, realmente presente.
si queremos hablar con Jesús en persona, vayamos a la eucaristía; si queremos hablar con maría personalmente, vayamos a la eucaristía. En la eucaristía nos encontraremos siempre con Jesús y maría. Centrando nuestra vida en Jesús eucaristía, imitaremos a maría, pues la eucaristía se nos ha dado para que nuestra vida sea como
la de maría, toda ella un magníficat. María guía a los fieles a la eucaristía, ella es madre de Cristo y, podemos decir, que es también madre de la eucaristía, por ser la madre de Jesús eucaristía.
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