Todos podemos y debemos rezar diariamente el Santo Rosario, el rezo el Rosario nos acerca a Dios. El Rosario, nos relata la vida de Nuestro Señor Jesucristo y su Madre la Santísima Virgen María. Mientras desgranamos las cuentas del Rosario contemplemos con sencillez evangélica las alegrías, los dolores y las glorias de Jesús y de María. La meditación de los misterios del Rosario debe llevarnos a imitar las virtudes que contemplamos y a sacar de los misterios enseñanzas y propósitos de mejorar nuestra vida según las normas del Evangelio, cumpliendo fielmente los mandamientos. Rezar el Santo Rosario diariamente por las siguientes Intenciones: El Señor tenga misericordia con el mundo entero y que el mundo entero responda a su llamado de conversión. Que el hombre se entregue totalmente a Dios, que no deje pasar este momento tan especial.
1° Nos hacemos la señal de la Cruz: "Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos, líbranos Señor Dios Nuestro. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén". Nos ponemos en presencia de Dios y para que la oración llegue al Cielo, pedimos humildemente perdón al Señor por nuestras faltas (silencio...) y:
2° Rezamos el Pésame como acto de contrición:
3° Decimos: En el primer misterio recordamos... (nombrar el misterio que corresponde al día 1°)
4° Rezamos: 1 Padre Nuestro; 10 Ave Marías; 1 Gloria
Finalizamos este misterio diciendo una jaculatoria:
5° Continuamos rezando de la misma forma el 2°, 3°, 4°, y 5° misterios.
6° Al terminar los cinco misterios se rezan: 1 Padre Nuestro; 3 Ave Marías (se puede rezar el Ángelus); el gloria
Misterios Gozosos
Se rezan los días (Lunes y Sábados)
1° La Anunciación del Ángel a la Virgen María y la Encarnación del Hijo de Dios.
Y la Palabra está en María, y nació de María por la acción del Espíritu Santo. María la Mujer Nueva, plasmada por el Espíritu Santo nos da a Jesús, el Hombre Nuevo.
La primera morada del Señor fue el corazón lleno de fe de Nuestra Señora y el seno virginal de nuestra Madre. "Esta es la morada de Dios con los hombres". María es la tienda, la morada, el primer templo. Es el lugar del encuentro de Dios con el hombre, es el lugar del anonadamiento del Dios que se hace fragilidad, debilidad, del Dios que se hace carne.
María, enséñanos a decir cotidianamente que sí.

2° La visita de María Santísima a su prima Santa Isabel.
Llega el momento de la fidelidad... María lo va a cantar en el Magníficat de la visitación. María se puso en camino prontamente, se puso en camino con Él, que estaba en el seno virginal de María. María fue fiel a la Palabra recibida, esa Palabra era para que resonara en todo el mundo, comenzando por el silencio de la casita de Isabel... María la llevó, fue fiel. María de la Visitación, María del camino, María del servicio, la Pobre, que va rápidamente en camino, que se siente esclava del Señor, que ve cómo Dios ha obrado maravillas en Ella.
Entonces Ella se puso en camino (el Espíritu nos lleva a ponernos prontamente en camino), en actitud de servidora. Cada presencia nuestra, cada visita, cada acción debe ser una comunicación silenciosa del Cristo que llevamos dentro.

3° El Nacimiento de Nuestro Señor Jesucristo en el portal de Belén.
María, tu nos das a Jesús, "nuestra feliz esperanza". "Señora de la Nochebuena, Señora del Silencio y de la Espera; esta noche nos darás otra vez al Niño. Velaremos contigo hasta que nazca en la pobreza plena, en la oración profunda, en deseo ardiente. María de Belén, Señora de la Noche más buena y esperada, haznos experimentar la alegría de este nuevo nacimiento. Amén".
Nochebuena de Dios para los hombres, noche en que los hombres se encuentran en la sencillez y en la pobreza, en la intimidad familiar y en la fecundidad del amor. Noche en que a todos nos entran ganas de ser mejores y de gritar a los hombres que la historia se construye en la alegría serena del amor y en la firmeza creadora de la esperanza.
Nochebuena de Dios para los hombres, noche en que los hombres se encuentran en la sencillez y en la pobreza, en la intimidad familiar y en la fecundidad del amor. Noche en que a todos nos entran ganas de ser mejores y de gritar a los hombres que la historia se construye en la alegría serena del amor y en la firmeza creadora de la esperanza.
4° La Presentación del Niño Jesús en el Templo.
María tiene conciencia de que está presentando, está devolviendo el Hijo al Padre. El Padre se lo dio; María, sin perderlo, lo devuelve. Devuelve al Padre el fruto que el Espíritu depositó en Ella, ese Hijo que le ha sido dado para la gloria del Padre. Pero el Padre consagra también nuevamente a María; toma posesión más profundamente de su disponibilidad, ahonda en Ella su profundidad de entrega.
María tiene conciencia de que está presentando, está devolviendo el Hijo al Padre. El Padre se lo dio; María, sin perderlo, lo devuelve. Devuelve al Padre el fruto que el Espíritu depositó en Ella, ese Hijo que le ha sido dado para la gloria del Padre. Pero el Padre consagra también nuevamente a María; toma posesión más profundamente de su disponibilidad, ahonda en Ella su profundidad de entrega.
5° El Niño Jesús perdido y hallado en el Templo.
Cuando Jesús es adolescente de 12 años y sube al Templo con sus padres, ocurre el misterioso episodio de la pérdida y hallazgo del Niño entre los doctores. Ante la pregunta angustiada de María, la respuesta de Jesús queda sin ser enteramente comprendida. Pasa a ser objeto de una contemplación serena y dolorosa.
Jesús, el Hijo Único, el Amado, ha venido para anunciarnos al Padre, para comunicarnos sus secretos, para darnos su vida, para realizar así su obra. Nosotros, en Cristo, podemos llamar a Dios "Padre" con la misma fuerza con que Jesús dice: "Abbá,Padre".
Cuando Jesús es adolescente de 12 años y sube al Templo con sus padres, ocurre el misterioso episodio de la pérdida y hallazgo del Niño entre los doctores. Ante la pregunta angustiada de María, la respuesta de Jesús queda sin ser enteramente comprendida. Pasa a ser objeto de una contemplación serena y dolorosa.
Jesús, el Hijo Único, el Amado, ha venido para anunciarnos al Padre, para comunicarnos sus secretos, para darnos su vida, para realizar así su obra. Nosotros, en Cristo, podemos llamar a Dios "Padre" con la misma fuerza con que Jesús dice: "Abbá,Padre".
Misterios Dolorosos
Se rezan los días (Martes y Viernes)
Se rezan los días (Martes y Viernes)
1° La oración de Jesús en el Huerto de los Olivos.
María permanece oculta en la fecundidad del silencio durante la vida pública de Jesús. Sólo sabemos que María estuvo en una fiesta, en las bodas de Caná cuando Jesús anunció su hora, y que estuvo junto a la cruz del Señor. En ambos casos María acompaña a Jesús desde cerca, como discípula que escucha la palabra y la realiza, como discípula que vive en disponibilidad total a la voluntad de Dios. "Haced lo que él os diga" y el Señor transforma el agua en vino sabroso, como luego transformará ese mismo vino en su propia Sangre.
María está presente cada vez que el vino se convierte en la Sangre de Jesús.
María permanece oculta en la fecundidad del silencio durante la vida pública de Jesús. Sólo sabemos que María estuvo en una fiesta, en las bodas de Caná cuando Jesús anunció su hora, y que estuvo junto a la cruz del Señor. En ambos casos María acompaña a Jesús desde cerca, como discípula que escucha la palabra y la realiza, como discípula que vive en disponibilidad total a la voluntad de Dios. "Haced lo que él os diga" y el Señor transforma el agua en vino sabroso, como luego transformará ese mismo vino en su propia Sangre.
María está presente cada vez que el vino se convierte en la Sangre de Jesús.
2° La Flagelación de Nuestro Señor Jesús es cruelmente azotado.
María, en la fiesta o en la cruz, ven a nuestro corazón: a nuestro corazón de fiesta o a nuestro corazón sufriente y silencioso. Señora, que tú estés siempre allí y que nosotros también aprendamos a estar donde nos pide el Señor. "Estaba allí la Madre de Jesús". Amén.
María, en la fiesta o en la cruz, ven a nuestro corazón: a nuestro corazón de fiesta o a nuestro corazón sufriente y silencioso. Señora, que tú estés siempre allí y que nosotros también aprendamos a estar donde nos pide el Señor. "Estaba allí la Madre de Jesús". Amén.
3° La Coronación de Espinas Pusieron a Jesús una corona de espinas.
Nuestra Señora está presente en la gran fiesta del mundo que es la muerte pascual de Jesús. La cruz en nuestra vida es absolutamente indispensable, es un signo de que somos verdaderamente discípulos del Señor.
Señora que sentiste el dolor fecundo de la cruz y por eso supiste lo que es esperar, enséñanos a esperar. Para burlarse, se arrodillaban delante de El, le abofeteaban y escupían. En silencio, Jesús sufre para salvarnos. Pidamos a la Virgen, aprender a aceptar pacientemente las humillaciones.
Señora que sentiste el dolor fecundo de la cruz y por eso supiste lo que es esperar, enséñanos a esperar. Para burlarse, se arrodillaban delante de El, le abofeteaban y escupían. En silencio, Jesús sufre para salvarnos. Pidamos a la Virgen, aprender a aceptar pacientemente las humillaciones.
4° Jesús con la Cruz a cuestas camino al Calvario.
Seguir al Señor asumiendo la propia cruz, es más difícil, pero es entonces cuando debemos expresar nuestra disponibilidad, no sólo para aceptar la cruz sino para saborearla en lo que tiene de gozo, y para agradecerla en lo que tiene de fecundidad. Pidamos al Señor una gran serenidad, una gran fortaleza, una gran alegría interior para llevar la cruz, pero no se la pidamos. Solo dejemos que El nos la ofrezca como un don. Cuando Jesús camina hacia la cruz, María también se pone en camino... Una vez allí contempla a su Hijo con una gran paz, con una gran serenidad. Hemos sido llamados a seguir al Señor más de cerca, a seguir sus huellas y a subir a la cruz. No tengamos miedo. No pidamos la cruz, pero tampoco la rechacemos.
Cuando ayudamos a nuestros hermanos a llevar la cruz, recibimos indefectiblemente la consolación de Dios. Cargando con la Cruz, Jesús marcha penosamente. Ni una queja sale de sus labios. Con ella salvará a las almas que tanto ama. Pidamos a la Santísima Virgen, aprender a aceptar y amar nuestra cruz.
Cuando ayudamos a nuestros hermanos a llevar la cruz, recibimos indefectiblemente la consolación de Dios. Cargando con la Cruz, Jesús marcha penosamente. Ni una queja sale de sus labios. Con ella salvará a las almas que tanto ama. Pidamos a la Santísima Virgen, aprender a aceptar y amar nuestra cruz.
5° La Crucifixión y Muerte de Nuestro Señor Jesucristo.
Nos conmueve su serenidad y su fortaleza, nos hace bien su entera oblación al Padre, su inmolación silenciosa, la plenitud de su Fiat y de su Magnificat recitados con clara y generosa conciencia. Para los momentos difíciles -los de abandono y soledad, los de oscuridad, incomprensión y desaliento-, para las frecuentes y casi cotidianas horas de cruz, cómo nos reconfortan y dan ánimo las palabras de Jesús y la infalible certeza de la cercanía de nuestra Madre. ¡Sí! María nos acompaña cuando sufrimos; no sólo
está al lado de nuestra cruz sino adentro, como haciéndola más luminosa y alegre, como dando desde allí el verdadero sentido a nuestra vida. Que Nuestra Señora de la cruz, la Madre que Tú nos diste al morir, nos alivie el dolor y nos abra el camino en la esperanza.
Cuando el Señor nos manda la cruz somos fecundos para la Iglesia y el mundo. La vida es una página en blanco en la que el Señor va dibujando la cruz. Si la cruz no se planta cada vez más silenciosa y hondamente en nuestro corazón, y si no compartimos al mismo tiempo el sufrimiento de nuestros hermanos, nuestra vida no es fecunda. Si el grano de trigo muere, entonces fructifican las espigas. Tú, Señora, estabas allí, junto a la cruz de Jesús. Haz que descubramos tu presencia también en nuestra cruz.
Misterios Gloriosos
Se rezan los días (Miércoles y Domingos)está al lado de nuestra cruz sino adentro, como haciéndola más luminosa y alegre, como dando desde allí el verdadero sentido a nuestra vida. Que Nuestra Señora de la cruz, la Madre que Tú nos diste al morir, nos alivie el dolor y nos abra el camino en la esperanza.
Cuando el Señor nos manda la cruz somos fecundos para la Iglesia y el mundo. La vida es una página en blanco en la que el Señor va dibujando la cruz. Si la cruz no se planta cada vez más silenciosa y hondamente en nuestro corazón, y si no compartimos al mismo tiempo el sufrimiento de nuestros hermanos, nuestra vida no es fecunda. Si el grano de trigo muere, entonces fructifican las espigas. Tú, Señora, estabas allí, junto a la cruz de Jesús. Haz que descubramos tu presencia también en nuestra cruz.
Misterios Gloriosos
1° La Resurrección de Nuestro Señor Jesucristo.
La sombra de la cruz pasó; queda ahora la fecundidad misteriosa de una muerte y la alegría de haber sufrido con serenidad.
Señora de la Pascua, Señora que aguardaste esta madrugada de la resurrección. Enséñanos a amar y que brindemos a quienes viven con nosotros la luz y la esperanza que esta noche se han encendido de una manera inextinguible en nuestro corazón. Sí, Madre de la Pascua, estoy seguro y lo grito con toda el alma: "Resucitó Cristo, nuestra esperanza".
2° La Ascensión de Nuestro Señor a los cielos.
Jesús encierra toda su vida en esta frase: "Salí del Padre y he venido al mundo. Ahora dejo otra vez el mundo y me voy al Padre". Esto nos muestra todo el contexto de la vida y la obra de Jesús. Jesús habla de "aquel día". ¿Cuál? Aquel día en el que Cristo sea definitivamente glorificado; y será definitivamente glorificado por su pasión, su muerte, su resurrección, su ascensión y el don del Espíritu en Pentecostés. Entonces "aquel día" -dice Jesús- "lo que pidáis al Padre os lo dará en mi nombre".
Enséñanos, María, la gratitud y el gozo de todas las partidas. Sé el camino de los que parten y la serenidad de los que quedan. Acompáñanos siempre mientras vamos peregrinando juntos hacia el Padre. Enséñanos que esta vida es siempre una partida. Siempre un desprendimiento y una ofrenda, siempre un tránsito y una Pascua. Hasta que llegue el Tránsito definitivo, la Pascua consumada. Contemplar a nuestra Señora de la Pascua es meternos en su corazón para gritar: "Salve, oh cruz, nuestra única esperanza".

Con María la Madre de Jesús esperamos al Espíritu Santo prometido, esperamos la Promesa del Padre: que nos dará serenidad y fortaleza. "Quedaron todos llenos del Espíritu Santo". La primera, sin duda, María Santísima. Se volvía a repetir de una manera distinta, pero en la plenitud del mismo misterio, lo que había ocurrido en los comienzos de su camino de esperanza: "El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra".
Ahora se manifiesta la Iglesia, Cuerpo de Cristo, así como entonces se formaba Cristo, Cabeza de la Iglesia. El fuego del Espíritu descendió sobre Ella. Una nueva gestación virginal,
desde la cruz y por obra del Espíritu Santo. La Iglesia nace en María, "porque lo engendrado en Ella es del Espíritu Santo".

4° La Asunción de María Santísima a los Cielos.
Su Pascua fue el paso a la Trinidad: el abrazo definitivo con el Padre que la eligió desde toda la eternidad y la llenó de gracia; el abrazo con el Hijo engendrado en la plenitud de los tiempos en sus entrañas y constituido ahora Señor de todas las cosas; el abrazo con el Espíritu que la cubrió con su sombra en la Anunciación y descendió sobre Ella en Pentecostés. La Pascua de Nuestra Señora es el momento de la plenitud de su misterio. "Señora de la Asunción -Virgen de la glorificación y de la Pascua- danos un corazón de peregrinos para caminar llevados de tu mano, Señora y Madre nuestra, hasta que seamos glorificados contigo en la Casa del Padre. Amén."
5° La Coronación de María Santísima como Reina y Señora de todo lo creado.
El sí de María señala el comienzo de la "nueva creación". Ella fue plenamente asociada al triunfo del Hijo, "enaltecida por el Señor como Reina del Universo, para que se asemejara más plenamente a su Hijo, Señor de los que dominan (Ap 19,16) y vencedor del pecado y de la muerte" (LG 59). La Pascua de Nuestra Señora lleva a su consumación la original y exclusiva participación de María en el misterio pascual de Jesús. Porque nadie pudo vivir tan intensamente -tan desde adentro- la muerte y resurrección de Jesús, nadie pudo gustar tan profundamente la cruz sin sentir tan inquebrantablemente la esperanza.
Misterios luminosos
Se rezan los días Jueves
1° El Bautismo de Nuestro Señor Jesucristo.
Apenas se bautizó Jesús, salió del agua; se abrió el cielo y vio que el Espíritu de Dios bajaba como una paloma y se posaba sobre él. Y vino una voz del cielo que decía: «Éste es mi Hijo, el amado, mi predilecto, en quien me complazco».
mientras Cristo, como inocente que se hace "pecado" por nosotros, entra en el agua del río, el cielo se abre y la voz del Padre lo proclama Hijo predilecto, y el Espíritu desciende sobre Él para investirlo de la misión que le espera».
2° La Autorevelación de Nuestro Señor en Caná.
La exhortación de María: «Haced lo que él os diga», conserva un valor siempre actual para los cristianos de todos los tiempos, y está destinada a renovar su efecto maravilloso en la vida de cada uno. Invita a una confianza sin vacilaciones, sobre todo cuando no se entienden el sentido y la utilidad de lo que Cristo pide. En Caná de Galilea, dio Jesús comienzo a sus signos. Y manifestó su gloria, y creyeron en él sus discípulos. Después bajó a Cafarnaúm con su madre y sus hermanos y sus discípulos, pero no se quedaron allí muchos días. Se acercaba la Pascua de los judíos y Jesús subió a Jerusalén.
Por todo ello, «Misterio de luz es el comienzo de los signos en Caná, cuando Cristo, transformando el agua en vino, abre el corazón de los discípulos a la fe gracias a la intervención de María, la primera creyente».
3° El anuncio de Jesús sobre el Reino de Dios.
Repetidamente invita Jesús a los pecadores al banquete del Reino: «No he venido a llamar a los justos sino a los pecadores». Les invita igualmente a la conversión, sin la cual no se puede entrar en el Reino, pero les demuestra con palabras y con hechos la misericordia sin límites del Padre hacia ellos y la inmensa «alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta». La prueba suprema de este amor será el sacrificio de su propia vida «para remisión de los pecados».
Por tanto, «Misterio de luz es la predicación con la cual Jesús anuncia la llegada del Reino de Dios e invita a la conversión, perdonando los pecados de quien se acerca a Él con humilde fe, iniciando así el ministerio de misericordia que Él seguirá ejerciendo hasta el fin del mundo, especialmente a través del sacramento de la reconciliación confiado a la Iglesia».
4° La transfiguración de Nuestro Señor Jesucristo.
en la Transfiguración «apareció toda la Trinidad: el Padre en la voz, el Hijo en el hombre, el Espíritu en la nube luminosa». Y una plegaria de la liturgia bizantina dice al Señor Jesús: «Tú te transfiguraste en la montaña, y tus discípulos, en la medida en que eran capaces, contemplaron tu Gloria, oh Cristo Dios, a fin de que, cuando te vieran crucificado, comprendieran que tu Pasión era voluntaria, y anunciaran al mundo que Tú eres verdaderamente la irradiación del Padre».
5° Jesús instituye la Eucaristía.
Terminada la Cena, en la que Jesús instituyó, además de la Eucaristía, el orden sacerdotal y dio a sus discípulos el que por antonomasia es su mandamiento: «Amaos los unos a los otros como yo os he amado», salió con ellos hacia el monte de los Olivos, y por el camino les anunció, una vez más, que eran inminentes los acontecimientos de su Pasión.
En verdad, «Misterio de luz es la institución de la Eucaristía, en la cual Cristo se hace alimento con su Cuerpo y su Sangre bajo las especies del pan y del vino, dando testimonio de su amor por la humanidad "hasta el extremo" y por cuya salvación se ofrecerá en sacrificio».
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